Renunciar al resultado
En estos tiempos y siempre, renunciar al resultado es algo que debemos aprender. Sin embargo, la realidad en la que vivimos, donde se premia el éxito y la rentabilidad de cada paso, no dejan hueco a este tipo de aprendizaje.
Aprender a renunciar al resultado
En las técnicas de yoga existen las figuras de Sanyasa y Tyaga que nos sirven como caminos para superar ese estrés de certeza y poder renunciar a hacer las cosas con la única finalidad de poder disponer de un resultado. Por ello, desde Vive la esencia hemos considerado interesante recurrir a ellas en esta ocasión para hablar de la necesidad que tenemos de revisar nuestra renuncia con los actos y sus resultados.
Sanyasa y Tyaga
Sanyasa y Tyaga son dos figuras que, aunque diferentes, van unidas en el yoga; y así deben tratarse y abordarse.
La primera se refiere a la vida de renuncia. Es la cuarta etapa dentro del sistema hindú de la vida, y se refiere a la importancia de renunciar al resultado. En ella se trata de renunciar a los deseos y prejuicios materiales, alcanzando con ello un estado de desinterés y desapego de la vida material. Por ello, su principal propósito es pasar la vida realizando actividades espirituales pacíficas y no acopios materiales. Se trata pues, de no buscar ningún fruto, ninguna recompensa futura de lo que hacemos en el presente. De actuar de una manera desinteresada.
La segunda figura, Tyaga, se refiere a la necesidad de disfrutar de las acciones que hacemos por lo que nos aporta, por la manera en que se desarrolla y nos permite sacar nuestro potencial. Es decir, se trata de cómo se puede sacar el máximo provecho posible a algo que hacemos solamente con vivirlo de manera intensa, sin nada más que añadir.
Olvidarnos del resultado
Atendiendo a todo ello, y viviéndolo tal y como nos indican las enseñanzas del Yoga, en el momento que nos olvidamos de conseguir un resultado, nos instalamos en la presencia y desaparece el miedo, la ansiedad, la prisa… Todo aquello que nos impide estar en lo que hacemos, ganando así concentración y creatividad para hacer las cosas de forma diferente. Albert Einstein decía que, en momentos de crisis, es más importante la imaginación que el conocimiento. Con la imaginación, que no debe confundirse con la fantasía, hacemos las cosas de una forma diferente, creamos algo nuevo, es decir, desarrollamos nuestra creatividad. Y es que, de seguir haciendo lo mismo y como siempre hemos hecho. Es decir, utilizando el conocimiento acumulado en la memoria, llegaremos al mismo punto donde nos encontrábamos de una manera inevitable.
Depender del resultado para ser felices
Otro aspecto que debemos tener en cuenta es que, al depender de un resultado, de que algo sea como deseamos que sea, si no lo conseguimos surgirá la frustración. Un sentimiento que nos quita energía y la fuerza para seguir adelante hasta dejarnos totalmente desmotivados.
Lo que demuestra claramente que debemos concienciarnos de que no tenemos ningún poder sobre el resultado de nuestras acciones, pero sí sobre las acciones que llevamos a cabo.
Las acciones prioridad
Así pues, es importante que tengamos claro que no podemos controlar lo que va a pasar, es decir, el resultado de lo que ocurre. Todo nuestro poder reside en nuestras acciones. Así, cuando diriges correctamente tu esfuerzo cambiando interiormente todo aquello que no te ayuda, y potencias lo que soluciona, finalmente hay algo mágico. Y es que entonces es cuando todo lo que te envuelve cambia positivamente.
Debemos concienciarnos de que no debemos empezar una guerra hacia lo que no podemos cambiar. Que debemos aceptar la situación. Pues de antemano, cualquier comportamiento diferente es una batalla perdida.
Hay que tomar conciencia de que cuando las cosas se hacen buscando dinero o reconocimiento, corremos el riesgo de que cuando no se consigue aparezca un conflicto en nuestro interior.
Con ello, sin embargo, no queremos decir que el dinero o el reconocimiento no sean necesarios, pues sí que lo son. Pero no debemos basar todo nuestro comportamiento en ellos. Y es que las cosas también se pueden hacer porque son justas y necesarias. Pues de esta manera, la recompensa la encontramos en la acción, en sentir que hacemos lo correcto, lo que toca, confiando en que la vida nos dará todo lo que necesitemos.
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