Vivir sin problemas
Cuando una persona quiere vivir sin problemas está haciendo un importante esfuerzo por ser feliz y estar en paz con uno mismo. Esta situación le permite crecer como persona y desarrollar su vida poniendo en valor cuanto hace. Un estado que bien puede identificarse como felicidad.
En Vive la Esencia queremos animarte a disolver los problemas siendo consciente de que solamente existen en nuestra cabeza, en nuestro imaginario.
Para ayudarte a conseguirlo, te damos algunas claves en el siguiente texto. Esperamos que os sea de ayuda.
Vivir sin problemas
Afirma un dicho popular que: “Toda maldición que es aceptada, se convierte en una bendición. Toda bendición que no es aceptada, se convierte en una maldición”
Con ello se refiere a que los problemas no existen, sino que, aunque no seamos conscientes, los creamos nosotros. Es decir, el problema surge en nuestro interior, es un conflicto que habita en nosotros y aparece porque no queremos que algo ocurra o exista. Y esto nos hace infelices.
Cuando somos capaces de ACEPTAR la situación, el hecho, la persona; aquello que nos afecta o genera un problema, desaparece ese malestar y lo que queda es una situación por resolver.
Cuando los problemas no nos dejan vivir
Cuando tienes un problema, durante el tiempo que dura este, sean días, meses o años, no eres capaz de vivir, comer o dormir correctamente. Ni siquiera disfrutar de la familia o de los amigos.
Esto, sin embargo, es completamente diferente cuando has aceptado la situación. Pues eres capaz de disfrutar de la familia o de los amigos, al tiempo que vas solucionando lo que ocurre.
Pues, cuando aceptas, tu mente queda libre y puede dedicarse a buscar soluciones y crear; a construir. Lo que resulta altamente beneficioso.
Mentes atrapadas en conflictos
Cuando no aceptamos algo o a alguien, nuestra mente, está atrapada en el conflicto, en el problema, siendo incapaz de ver más allá. Es como cuando te sale un grano en la cara, solo un milímetro de grano en medio de una cara grande y hermosa. Al no aceptar que exista ese grano, ¿cuándo te miras al espejo qué ves? Está claro: el grano. Toda la atención la llevas a él, haciéndolo grande, consiguiendo que crezca sin ver el resto de la cara.
Lo mismo nos pasa con aquello que no aceptamos en nuestra vida. Tenemos un montón de cosas buenas, de amigos, salud, casa, familia… pero todo nuestro pensamiento se centra en nuestro problema, sin poder ver más allá. Un milímetro de problema rodeado de una vida grande y hermosa; y, sin embargo, nuestra mente está atrapada en el problema.
¿Qué es lo que tenemos que aceptar?
Ante todo esto que estamos exponiendo, en Vive la Esencia te proponemos un camino de aceptación. Un itinerario en el que te muevas por las siguientes sentencias:
– Tenemos que aceptar lo que nos toca vivir, los hechos, lo que existe, lo que es. Situaciones y personas.
– Tengo que aceptar lo que siento. Rabia, miedo, tristeza…
– Tengo que aprender a aceptar lo que surja de esta situación. Puede ocurrir cualquier cosa, tanto lo que mi mente cataloga como malo o bueno.
Esto, sin embargo, no implica que tenga que aceptar cualquier cosa. Por ello, la siguiente pregunta que solemos hacernos es: ¿Qué es lo que no hay que aceptar?
Todo lo que me hace mal Vivir y enfermar, vivir la situación mal. No aceptes lo que puedes cambiar y mejorar, creyendo que no puede ser cambiado o mejorado.
No te resignes, puedes trabajar sobre tus conflictos, suavizándolos, o incluso anulándolos. Y, mientras dure la situación, podrás VIVIR con mayúsculas. Recuerda que tienes el poder de cambiar lo que surja en tu interior, poniendo orden y armonía en tu vida.
“No puedes cambiar lo que pasa, las situaciones o personas. Pero si cambias tu, cambia las situaciones y personas… a su manera.”
Llegados a este punto es muy importante que no confundas resignación con aceptación. La resignación es una rabia contenida. Es decir, nuestra mente piensa: no quiero esto, no acepto que exista y mientras esté, mi conflicto trabajará para anularlo, recordando constantemente lo que no tengo. Lo que acabará generando frustración y falta de autoestima.
La aceptación, por el contrario, permite que exista la situación, el hecho, lo que es. Incluso cuando giremos la mirada hacia otra parte intentando evitarlo, seguirá siendo. Al aceptar, podemos concentrarnos en la solución, convirtiendo el problema en oportunidad, pues hacemos cosas diferentes con lo que tenemos. Un gesto que nos generará satisfacción, esperanza y autoestima.
Al aceptar, pues, disolvemos el conflicto, y, al quitar el conflicto, desaparece el problema. Y, cuando no tenemos problemas, surge la paz, y, desde la paz, conseguimos el silencio interno. Solo en este silencio, podemos sentir quienes somos esencialmente, brillando la dicha y el gozo en Dios.
Om Shanti.
Marut. Sergio Cambra.
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